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Nuestras creencias

Somos una organización centrada en el evangelio y cuyas creencias están basadas en nuestro compromiso con Jesús y su Palabra. Elegimos centrarnos en los principios esenciales de la doctrina y dejamos la libertad en asuntos secundarios. Nuestras creencias doctrinales básicas se pueden describir de manera resumida en las siguientes declaraciones:

Escritura

La Biblia es la Palabra escrita, única y completamente inspirada de Dios. Sin error en los documentos originales, es nuestra autoridad suficiente y definitiva para la fe y la práctica.

Creemos que la Biblia es la Palabra escrita, única y completamente inspirada de Dios. La autoridad de las Escrituras se deriva del hecho de que Dios, a través del Espíritu Santo, inspiró a los escritores, lo que les hizo percibir la verdad de Dios y registrarla con precisión, haciendo que este libro tenga a Dios y al escritor que Él usó como autores. Sin violentar su personalidad ni su individualidad, los autores humanos fueron movidos por el Espíritu Santo para dejar en registro exactamente lo que Dios quería revelar. La Biblia es el mensaje escrito de Dios al mundo que revela el carácter de Dios, llama a las personas a una relación con Él, identifica los elementos esenciales de la fe cristiana y guía a los creyentes en aspectos de la vida diaria. La Palabra de Dios es veraz (o sin error), lo cual significa que el testimonio que Dios nos ha dejado en Su Palabra es veraz. La Escritura comunica esta verdad de acuerdo con los géneros literarios y según los símbolos que el autor bíblico usó. Sin error en los documentos originales, la Escritura es nuestra autoridad suficiente y definitiva para la fe y la práctica. La Biblia es una revelación completa de la voluntad de Dios para la salvación del hombre y su vida en la tierra. Es nuestra responsabilidad interpretarla correctamente y aplicarla a nuestra vida.

Dios Padre

Dios, el Padre, es la primera persona de la divinidad trina. El único Dios verdadero y vivo es el Creador, soberano sobre todas las cosas, ya sean visibles o invisibles.

Creemos que Dios Padre es el Creador de todas las cosas, tanto visibles como invisibles, y que es soberano sobre todas ellas. Dios existe en una categoría y modo de existencia distinto al resto de la creación. Él es el único Dios verdadero y vivo, poderoso, sabio y presente. La creación vino a existir y vive en completa dependencia de Su sustento. Es por Dios ser nuestro creador que es digno de nuestra adoración y servicio.

Jesucristo

Jesucristo es la segunda persona de la trinidad. Concebido por el Espíritu Santo y nacido de la virgen María, era plenamente Dios y plenamente hombre. Su vida sin pecado y su muerte pagó el castigo por nuestros pecados. Él se levantó de la tumba y ahora está a la diestra del Padre en el cielo. Creemos que Jesús volverá personal y visiblemente, y reinará en poder y gloria, para completar su salvación y su juicio.

Jesucristo fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. El Hijo existía con el Padre desde el principio y, al encarnarse, sin dejar de ser lo que ya era (divino) asume lo que no era (humano). Jesucristo fue plenamente Dios y plenamente hombre. Y esta es la razón por la que Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres, y el único camino para la salvación. Su vida sin pecado y su muerte pagó el castigo por nuestros pecados. Él se levantó de la tumba y ahora está a la diestra del Padre. Creemos que Jesús volverá personal y visiblemente, y reinará en poder y gloria, para completar su salvación y su juicio.

Espíritu Santo

El Espíritu Santo es igual en esencia con el Padre y el Hijo, cuyo ministerio es glorificar a Jesucristo, convencer al mundo de pecado, regenerar (dar vida) a quienes están muertos y endurecidos, santificar y empoderar a los verdaderos creyentes para una vida de devoción y servicio.

El Espíritu Santo es igual en esencia con el Padre y el Hijo, cuyo ministerio es glorificar a Jesucristo, convencer al mundo de pecado, regenerar (dar vida) a quienes están muertos y endurecidos, santificar y empoderar a los verdaderos creyentes para una vida de devoción y servicio. Creemos que el Espíritu Santo es el Espíritu Eterno que ha estado activo a través del tiempo revelando a Dios a la raza humana. En la vida de un individuo, el Espíritu crea un anhelo incansable que solo puede ser satisfecho por la gracia preveniente de Dios, posibilita el proceso de salvación y mora en el creyente para que se sienta inspirado con una visión de vida santa y dotado de poder para la vida diaria.

Hombre: Libre albedrío y pecado

Dios creó al Hombre a su propia imagen con la habilidad de elegir entre lo correcto y lo incorrecto. Por su libre elección, Adán se rebeló contra Dios, cayó de su estado original y recibió una naturaleza pecaminosa que cada generación sucesiva ha heredado. Por medio de Jesucristo, Dios ofrece gratuitamente gracia a toda la humanidad, permitiendo que todos los que se vuelven a Él reciban perdón y purificación del pecado.

Creemos que la humanidad es la expresión más alta de la creación de Dios. Creados a imagen de Dios, los hombres y las mujeres fueron diseñados para estar con Dios, unos con otros y con la tierra, además con la habilidad de elegir entre lo correcto y lo incorrecto. Por su libre elección, debido a la falta de confianza y la desobediencia (pecado), la humanidad rompió el vínculo divino-humano, desfigurando así la imagen de Dios dentro de ellos. Adán se rebeló contra Dios y cayó de su estado original y recibió una naturaleza pecaminosa que cada generación sucesiva ha heredado. El ser humano en su totalidad ha sido afectado por el pecado: sus pensamientos, sus emociones y su voluntad. Y este es el estado en el que el ser humano se encuentra y desde el cual ejercita su libre albedrío después de la caída. Esta es la razón por la que la Escritura describe al ser humano como esclavo del pecado. Desde el evento del Pecado Original, las relaciones de las personas con Dios, de las personas con las personas y de las personas con la tierra se han fragmentado. Por medio de Jesucristo, Dios ofrece gratuitamente su gracia, permitiendo que nuestra voluntad sea liberada, para obedecer y vivir para Dios. El creyente vive en un continuo proceso de santificación en el que cada vez más el pecado pierde su poder por él y, en su lugar, el creyente es más como Cristo. Solo cuando las personas se reencuentran con Dios, a través de la fe en Cristo, se puede restaurar el proceso de redescubrimiento de la imagen de Dios y las relaciones de la vida.

Expiación

Jesucristo hizo un único pago completo por los pecados del mundo entero, derramando Su propia sangre en la cruz como un sacrificio perfecto y suficiente.

La expiación es la obra completa y suficiente de Cristo en la cruz, por la cual Él llevó el castigo por nuestros pecados y reconcilió a los pecadores con Dios. Esta obra fue realizada por la gracia de Dios y no por ningún mérito o esfuerzo humano. En la cruz, Dios, en Cristo, satisfizo su justicia y expió nuestros pecados. Cristo pagó la pena que merecíamos y nos hizo justos ante Dios. Creemos que Dios desea que todas las personas vivan en comunión ininterrumpida con Él. Sin embargo, todas las personas experimentan una relación rota con Dios debido al pecado, lo que resulta en condenación. Debido a que Dios es Santo, la humanidad caída no puede reparar la relación rota con Dios mediante ningún esfuerzo personal (resoluciones sinceras, esfuerzos humanitarios, fidelidad a una iglesia, etc.). Pero, debido a que Dios es Amor, Él ha provisto el Camino para reparar la separación de la humanidad de Él (gracia). La salvación está disponible para todos los que ponen su fe en Cristo, confiando en Su sacrificio en la cruz (redención). Todos los que reciben este regalo de salvación experimentan la libertad de la culpa y la condenación del pecado (justificación) y nacen de nuevo con un corazón para seguir a Dios (regeneración).

Nuevo nacimiento

Cuando una persona responde a la obra de convicción del Espíritu Santo y confía en Cristo para la salvación, esa persona experimenta el renacimiento espiritual.

El nuevo nacimiento es un acto soberano de Dios, en el que Él regenera al pecador muerto espiritualmente y lo hace una nueva creación en Cristo Jesús. La salvación es completamente por gracia y es un don de Dios. Es el Espíritu Santo quien obra en el hombre, haciéndolo nacer de nuevo.

Plenitud del Espíritu

La plenitud del Espíritu se refleja en una vida muerta al ‘YO’ y llena del Espíritu Santo, evidenciada por el fruto que Él produce según lo menciona la Biblia en Gálatas 5.

La plenitud del Espíritu Santo es un proceso continuo en la vida del creyente, en el que se somete al Espíritu y se renueva en su presencia. La plenitud del Espíritu se manifiesta en una vida que ha muerto al egoísmo y, por lo tanto, se evidencia en el fruto que Él produce. Si bien es cierto que el Espíritu desarrolla soberanamente esta obra en nosotros, el creyente debe buscar la plenitud del Espíritu por medio de una vida de oración, estudio de la Palabra de Dios y obediencia al Espíritu Santo.

Resurrección: Cielo e Infierno

Habrá una resurrección del cuerpo para los muertos salvados y no salvos. Para los que son salvos, estarán en la presencia inmediata de Dios. Para aquellos que no son salvos, serán condenados a una muerte eterna separados de Dios.

La resurrección es la proclamación de que la vida del Reino venidero ha invadido la realidad presente en Cristo Jesús. La resurrección proclama que el presente no será por siempre lo que ahora es, precisamente porque Dios ha traído vida en medio de la muerte, justificación en medio de la condenación. Jesucristo es el primogénito de entre los muertos, indicando que, así como Él resucitó, nosotros también resucitaremos. Después de la muerte, todos los seres humanos experimentarán una resurrección corporal, tanto los justos como los injustos. Los creyentes serán resucitados para vida eterna en la presencia de Dios en el nuevo cielo y la nueva tierra, mientras que los incrédulos serán resucitados para ser juzgados y condenados a una separación eterna de Dios. El cielo y el infierno son estados y lugares reales y eternos. En el mundo simbólico de la Biblia se describe el infierno como un lugar de tormento y sufrimiento sin fin, mientras que el cielo nuevo y la tierra nueva son descritos como lugares de gozo y paz en la presencia de Dios. La realidad de la eternidad y la seriedad del destino eterno deben ser un llamado a todos los seres humanos a arrepentirse de sus pecados y poner su fe en Jesucristo, el único camino a la salvación y la vida eterna.

La Iglesia y su unidad

La Iglesia es el cuerpo universal de Cristo compuesto por todos los creyentes, con Cristo como cabeza. Todos los verdaderos cristianos son miembros unos de otros y deben amarse los unos a los otros, edificarse unos a otros en la fe y obedecer a la Gran Comisión de Cristo, llevando al mundo entero el Evangelio de Jesucristo.

La Iglesia es el cuerpo universal de Cristo compuesto por todos aquellos que reconocen a Jesucristo como Salvador y Señor. Así que la iglesia no es algo que hacemos, sino algo que somos. Las Escrituras exhortan a los creyentes a reunirse en comunidades locales de fe para proporcionar un contexto para la formación y el empoderamiento cristianos. La Iglesia proporciona formación para la madurez cristiana mediante celebraciones de adoración, la enseñanza de las Escrituras y la comunión dentro de la comunidad. La Iglesia proporciona empoderamiento para el servicio cristiano mediante la capacitación de los creyentes y alentándolos a representar activamente la presencia de Cristo en el mundo respondiendo a las necesidades espirituales, físicas, emocionales y sociales de los demás. La iglesia es una, es santa (este es su regalo y su misión), es universal y es local, se expresa en el contexto de la comunidad en la que nos reunimos. Los verdaderos cristianos son miembros del cuerpo y, como tal, deben amarse, edificarse en la fe y obedecer a la Gran Comisión de Cristo, llevando al mundo entero el Evangelio de Jesucristo.
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